Sergio, de Manuel Mujica Láinez

De la larga lista de nombres de escritores latinoamericanos que el “boom” trajo a nuestras orillas, muchos de los cuales fueron después parcial o totalmente olvidados, el del argentino Mujica Láinez, quizás sea uno de los más injustamente tratados.

Claro, Láinez no es Borges o Cortázar, por citar sólo a dos autores argentinos que figuran entre lo mejor del siglo XX latinoamericano. Pero sí está a la altura de un Arlt. Incluso escribe mejor.

Como Arlt, Mujica Láinez fue periodista. En concreto, redactor de La Nación en la sección de sociedad. Hay mucho periodismo, de hecho, en las páginas de “La saga porteña”, el conjunto de novelas donde reconstruye una aristocracia bonaerense desaparecida, decadente, que ya había asomado también la patita en obras de Sabato -otro genio argentino- y el propio Borges.

Obras de sustrato modernista, a veces barrocas, donde el gusto por la palabra convive con el gusto por contar historias y que son consideradas las mejor de su producción. Una producción que se vería agrandada, ya en el periplo europeo del autor, en los años 60 y 70, con una serie de novelas de temática fantástica, donde abunda incluso la demonología.

En esta producción, “Sergio”, la obra que ahora recupera Drácena con prólogo de Luis Antonio de Villena -cuyo gusto por los ambientes decadentes, sin duda lo hace simpatizar con Láinez- es, por tema, una obra puente entre aquellas producciones netamente porteñas de sus inicios y las producciones fantásticas de después. Pues si conserva de éstas el gusto por lo misterioso y hasta lo esotérico, refleja también aquel ocaso de aristócratas argentinos que fluyen en esta obra hacia la Argentina más terrible: la de la dictadura de Videla.

Sergio Londres, el protagonista, es una suerte de Billy Budd porteño, cuya belleza le hace ser deseado por mujeres y hombres que siempre buscan sacar algo de él, y cuyas intenciones son tan extrañas como, en ocasiones, oscuras.

El único sosiego de Sergio será Juan Malthus, otro hombre hermoso, del que se enamorará perdidamente y para llegar al cual y con él cual, vivirá una serie de acontecimientos (núcleo de la novela) tan jocosos como, en ocasiones, patéticos.

Obra inédita en España hasta hoy, “Sergio” no desmerece la demás producción de Láinez y es muestra, incluso, de sus mejores logros y también de algunos de sus vicios. En el debe, un gusto por la elaboración de ambientes extraños que a veces lastra la obra, aunque aquí la prosa sea más directa, consiguiendo que la narración fluya con más facilidad.

Una excusa, la que nos da Drácena, en cualquier caso, para volver a acoger en España el legado de un escritor de primera fila.

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