La pesca marítima es tan antigua como la humanidad y ha contribuido siempre de manera fundamental a nuestra seguridad alimentaria. Sin embargo, en tiempos recientes esta actividad está siendo cuestionada por un conservacionismo ambiental extremo y, quizá, por ciertos intereses opacos.
De forma creciente, surgen voces pidiendo al consumidor dejar de comer pescado para «salvar los océanos». En La proteína azul. Por qué no hay que dejar de comer pescado (Almuzara, 2024) Ernesto Penas Lado demuestra que la pesca produce la proteína animal más saludable del mundo y que tiene una huella de carbono y un impacto sobre la biodiversidad más bajos que los de muchos otros sistemas de producción de alimentos en tierra.
La lucha contra el hambre, la desnutrición y por la seguridad alimentaria no está ganada. Esta requerirá el concurso de todas las fuentes de alimento y, por ello, la pesca responsable y bien gestionada está llamada a jugar un papel clave.
Cierto es que la pesca, al igual que la agricultura, debe seguir evolucionando para hacerse más sostenible y reducir su impacto sobre los ecosistemas, y la evidencia muestra que es posible.
Pero en un mundo con más de ocho mil millones de habitantes, renunciar a una fuente tan extraordinaria de proteína animal por un objetivo medioambiental poco realista y confiar nuestra seguridad alimentaria a ciertas soluciones presuntamente milagrosas y sin conciencia social, tiene visos de suicidio estratégico.
About Author
You may also like
-
¿Qué influencia tienen las matemáticas en las obras de Julio Verne? Vicente Meavilla lo explica en su nuevo libro
-
¿Qué es un buen perro? Y cómo nos puede ayudar a ser mejores personas
-
Superstición, enfermedad mental y fanatismo religioso se unen en los sucesos reales recogidos en Crímenes del Maligno
-
La influencia del esoterismo egipcio en la cultura occidental, desde la masonería a la poesía romántica
-
Descubre cómo la bioelectricidad puede limpiar nuestras arterias, combatir el cáncer o evitar la resistencia a los antibióticos