Cae la tarde. Los cerezos ya han florecido.
Todos buscan en el clan de la montaña a la pequeña Tomoe, pero ésta ha sido raptada por el señor de Sakura y renace ya en el clan del cerezo. Bajo la tutela de su maestro Kigei, su futuro se anuncia claro como una noche estrellada. Haruki será su sombra, atraerá sobre sí todas las desgracias que el destino tenga reservado a su señora y la seguirá en la muerte. Y ella, bajo el férreo código de honor feudal, se convertirá en el mejor samurái del imperio del sol naciente.
Pero, cuando la rivalidad entre clanes estalla, la batalla de Sekigahara pondrá fin no sólo a la paz, también a sus sueños. Y, entonces, el amor no correspondido, la soledad, el odio, el sentido del deber y una marca que le señala el rostro la abocarán a cumplir un extraño designio escrito en las estrellas mucho antes de su nacimiento.
Paloma Orozco nos brinda una historia deliciosa, a caballo entre la aventura, la leyenda y la poesía en el Japón del siglo XVII. Porque La hija del loto (Edhasa, 2022) es la novela de una época convulsa en un país fascinante, en la que destaca la batalla de Sekigahara; mezcla de hechos históricos, antiguos ritos y tradiciones y personajes dotados de alma propia, entre los que se perfilan incluso los dioses que habitan la naturaleza y las presencias de otros mundos.
Entrevista con Paloma Orozco
¿Cómo surge tu interés por un país tan lejano como Japón?
Siempre me ha fascinado el Japón de la época medieval. Igual que en Europa estaban los caballeros andantes, en Japón estaban los samuráis. Sus valores, sus costumbres y ritos son fascinantes. Como buena lectora fui descubriendo este mundo a través de los libros. El primero que leí fue el Hagakure (Oculto bajo las hojas), una guía práctica y espiritual para el guerrero, extraída de una colección de comentarios del funcionario Yamamoto Tsunetomo. El libro habla sobre el bushidō, el código del honor de los samuráis. Cuando terminé de leerlo, algo que no sabía que estaba en mi interior resonó por primera vez. Luego continué con otros libros y comencé a interesarme por la figura de los samuráis. Fue así como me convertí en una moderna samurái, seguidora del código del honor de estos antiguos guerreros japoneses.
El libro se mueve en un doble plano. Por un lado, la historia más real y realista. Por otro, hay un claro interés en transmitir un mundo mucho más espiritual que el actual incluso donde los protagonistas son también el paisaje y los elementos. ¿Cómo han ido recibiendo los lectores una idea tan arriesgada en estos tiempos realistas?
La verdad es que los buenos lectores son inteligentes y receptivos y están comprendiendo y disfrutando de este enfoque tan innovador y al mismo tiempo, tan poético. En todas las épocas hay “hambre” de espiritualidad y en ésta que nos ha tocado vivir, se hace si cabe más necesario, conectar con nuestro lado más animista. Desde el principio decidí que la historia debería también explorar la espiritualidad que esconden las montañas, los ríos, los paisajes… que son pequeños dioses en sí mismos. Incluso los objetos antiguos, que para los japoneses tienen un alma propia.
La protagonista es una mujer, literalmente, de armas de tomar. Una mujer samurái. ¿Qué hay de histórico en el personaje protagonista?
El personaje está basado en una mujer samurái que se llamaba Tomoe Gozen y que vivió en el siglo XII en Japón. Combatió junto con su esposo en las Guerras Gempei, un enfrentamiento entre los clanes Taira y Minamoto que duró cinco años. En torno a su muerte hay varias leyendas y no se sabe a ciencia cierta si murió en la Batalla de Awazu o sobrevivió y se retiró a una vida contemplativa lejos del imperio de la espada. Las mujeres en aquella época también eran samuráis y de hecho eran guerreras expertas en varias armas: la espada, el arco, la lanza, el abanico de hierro… El libro quiere ser un homenaje a esas mujeres valientes, a veces ignoradas por la Historia y también a todas aquellas otras mujeres que actualmente son guerreras en la vida diaria: madres, hermanas, amas de casa y mujeres directivas que cada día luchan por sacar adelante a su familia, su vida y su trabajo.
¿Fue muy arduo el proceso de documentación? Me imagino que no habrá mucha documentación accesible en castellano sobre la época.
La verdad es que fue fascinante investigar durante casi seis años, que es lo que tardé en escribir la novela, pero también fue bastante arduo. Como bien dices no hay demasiada documentación disponible de esa época. Leí muchos libros de temática diversa: vestimenta tradicional, partes de una armadura samurái, alimentación, costumbres, jerga, palabras más usadas, ritos, climatología… Quería que el libro tuviera una base histórica y que el lector cuando lo leyera, sintiera que estaba allí. Para describir, por ejemplo, el palacio del Emperador, el distrito rojo de Yoshiwara o la misma ciudad de Edo, tuve que acudir a litografías y grabados antiguos, incluso a poesías (haikus) de aquella época donde se describían las cosas con detalle. Saber en qué sitios nevaba entonces para situar algunas escenas y que todo fuera “real”.
¿Cómo has manejado el amplio vocabulario en japonés? ¿Has contado con algún tipo de ayuda?
Intenté pedir la ayuda de una persona de Japón, pero ni ella misma conocía esa jerga que usaban los samuráis de la época, por eso me armé con lápiz y papel y tomé miles de notas, que luego trasladé a un gran mural que ocupaba toda la pared de mi despacho. Allí estaba todo, en un gran mapa mental: el vocabulario, cada personaje con sus interacciones, la trama que cada vez se iba complicando más…
A nivel personal y después de tantos libros, ¿marca esta novela un antes y un después en tu trayectoria como escritora?
Sin duda, al igual que pasa cuando eres lector, un libro siempre te cambia por dentro. No eres la misma persona cuando el libro se cierra, siempre sufres una especie de transformación. También pasa cuando escribes. Creo que cada libro te lleva al siguiente porque en cada uno de ellos, dejas parte de tu alma y aprendes para el siguiente. Sí, creo que este libro marca un antes y un después en mi carrera como escritora. Aunque tengo 47 libros publicados, La Hija del Loto es mi primera incursión en la novela histórica, un género al que tengo mucho respeto, y donde hay muchos y buenos escritores. Lo que he pretendido es acercar al lector una época fascinante, contando una historia llena de pulsiones actuales, porque lo que nos mueve siempre es lo mismo y no ha cambiado desde la prehistoria: los celos, el amor, el ansia de poder, la amistad, la conquista… A través de estas pulsiones universales, el lector descubrirá un poco más sobre sí mismo. Un amigo comentó cuando terminó de leer La Hija del Loto, que el libro era como un origami japonés. Fue una forma muy inteligente de describirlo: la historia se moldea de muchas formas para transformarse en algo diferente, algo que comienza despacio para ganar pronto en velocidad y que se inicia y se termina con un maru, un círculo, y dentro de la historia también está el lector que va cambiando también. Quizás sólo se trate de responder a una cuestión, tal como digo en el libro: a cuál de los dos lobos que anidan en tu interior vas a alimentar: al bueno o al malo.
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