Como género periodístico, la entrevista vive, a mi parecer, una de sus peores épocas. Sin apena espacio en los grandes periódicos y convertida en la tele, salvo escasas excepciones, o bien en un cuestionario insulso o bien en una batalla verbal donde el entrevistador aspira a convertirse en protagonista, la conversación productiva e inteligente que es la base del género ha tenido que buscar refugio, como la crónica o el reportaje de calidad, en el libro. Un formato que, es cierto, lo soporta todo. También lo bueno.
Este librito de 90 páginas publicado por Trotta es una larga entrevista/ conversación con Alain Badiou, dirigida por el filósofo alemán Peter Engelmann. En ella, Badiou, una de las voces más heterodoxas de la filosofía francesa actual, desmenuza muchas de sus ideas acerca de los acontecimientos más destacados de la ultima década y reflexiona sobre la actualidad del comunismo, en una especie de continuación de su texto (y el de otros eminentes pensadores como Ranciere o Zizek) compilado por Analía Hounie bajo el título de “Sobre la idea del comunismo”.
En uno de los momentos más reveladores del libro y que puede ser fácilmente extrapolable a nuestro país, Engelmann le pregunta a Badiou (73) si no convendría, para no alejar a los posibles seguidores, llamar al comunismo de otra manera. Erradicando así la carga semántica negativa que pesa sobre la palabra. Responde Badiou:
“He reflexionado mucho al respecto, como puedes imaginar. Al final me parece que es más interesante recuperar el término que abandonarlo. Desde un punto de vista intelectual, es más interesante aceptar que el término se vio atrapado en una evolución terrible, aun cuando en su punto de partida hubiera una intención muy estimable. Eso fue lo que le sucedió a ese término. ¿Y lo vamos a tirar por ello? Es tentador, lo sé, pero es como si se desertara para huir a otro lugar. Más vale admitir lo que ha pasado”
Estamos, dice el filósofo (39) muy cerca de la sociedad descrita por Marx en sus últimos escritos: un capitalismo salvaje y universal. “Como el salvajismo es dominante, es necesario comenzar por reconstruir la idea comunista”, sugiere, “volver a poner en circulación la palabra comunismo. Hay que organizar pequeños núcleos de experimentación política local y acompañar todo esto de trabajos dialécticos, analíticos y formales”.
La idea del comunismo en Badiou está, no obstante, muy alejada de la burocracia soviética e incluso del eurocomunismo italiano de los años ochenta. Desde una óptica racional y erudita, el filósofo francés propone una idea del comunismo que se apoye en lo que llama “los procedimientos de verdad”: el amor, el arte la política, la ciencia. Es ahí donde hay que hallar, dice, nuevos caminos de comunicación entre los individuos diferenciados; comunicación que debe servir para superar la desigualdad y la injusticia y también la tendencia a la representatividad propia de la política occidental.
Acercándolo a nuestro país, tiene uno la sensación de que, en lo que se refiere a la propuesta más política y pragmática, Pablo Iglesias ha leído a Badiou. Y que su posicionamiento en Vistalegre II estaría muy cerca de las propuestas del francés. Un neocomunismo, rehecho desde la teoría, para el siglo XXI.
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