Trotta publica esta pequeña joya de poco mas de cien páginas que reúne breves, pero originales ( a ratos geniales) catas de Santayana en el aspecto religioso no sólo de la cultura, sino también) y especialmente de la Cultura.
Santayana es, quizás, uno de los filósofos del siglo XX que, casi siempre sotto voce, más influencia ha tenido en escuelas como la del idealismo y el pragmatismo y, a mi parecer y de un modo todavía más silencioso, precisamente en el de la ontología. Toda vez que Santayana, desde su escepticismo, se eleva hasta lo que él denominó una “fe animal”, una especie de idealismo de raíz biológica que, hoy por hoy, puede ser considerado como el antepasado común de toda una tendencia rescatada por la posmodernidad y basada en la idea de que aunque la Verdad (única) exista, todo lo que es posible obtener de ella son perspectivas.
Desde esa idea del conocimiento y desde su declarado catolicismo estético, Santayana aborda en este libro temas como la doctrina cristiana, la relación entre ortodoxia y herejía, el amor platónico (entendido, sí, religiosamente), la fe cristiana original, la problemática de los conversos y muchos otros temas.
Todo ello con el formato de la reflexión breve, concisa, condensada, lo que acerca estos textos a la otra faceta de Santayana: la del escritor de poesía.
En suma, un libro más importante de lo que parece que reúne un aspecto quizás desconocido la obra de Santayana. Un autor cuya importancia e influencia (por más que sigan alejándolo de los manuales y las guías oficiales de Filosofía) no para de crecer. Merecidamente.
About Author
You may also like
-
¿Qué influencia tienen las matemáticas en las obras de Julio Verne? Vicente Meavilla lo explica en su nuevo libro
-
¿Qué es un buen perro? Y cómo nos puede ayudar a ser mejores personas
-
Superstición, enfermedad mental y fanatismo religioso se unen en los sucesos reales recogidos en Crímenes del Maligno
-
La influencia del esoterismo egipcio en la cultura occidental, desde la masonería a la poesía romántica
-
Descubre cómo la bioelectricidad puede limpiar nuestras arterias, combatir el cáncer o evitar la resistencia a los antibióticos