Analizamos esta obra escrita por Shintaro Ishihara y publicada por Gallo Nero
En el prólogo que escribió para “El marino que perdió la gracia del mar” (Círculo de lectores, 1986) escribía Fernando Savater: “En el Hagakuré, famoso tratado de educación samurai del siglo XVIII cuya inspiración fue determinante para Mishima, puede leerse: […] «muere con el pensamiento cada mañana y ya no temerás morir». Es indudable que Yukio Mishima se esforzó —en su literatura, en su vida— por cumplir este precepto, no sé si prudente o morboso. Visto su final, podríamos decir que consiguió tal como se había propuesto culminar la belleza y la sinceridad en la prueba suprema de la muerte elegida”.
Alude Savater al hecho de que Mishima murió mediante el ritual del seppuku, más conocido en España como Hara-Kiri. Y lo hizo después de tratar de iniciar y encabezar un levantamiento militar y de secuestrar, para ello, a un militar de alta graduación. Era la última actuación de un autor al que en la obra que comentamos Ishihara no duda en calificar de teatral; tanto como para, por ejemplo, presentarse en una entrevista con una katana.
Cree ver Ishihara en tales actos el intento por crearse una imagen de virilidad que contrarrestase una infancia cimentada sobre la sensibilidad femenina y sobre rumores de homosexualidad. En la página 67 leemos: “Mishima no tenía una predisposición innata hacia lo físico. El deseo de adquirir un cuerpo determinado (se convirtió en culturista) fue posterior”.
El libro de Ishihara es, entonces, un acercamiento personal e íntimo (se conocieron bien) a la obra de uno de los escritores más internacionales de Japón y, sin duda, el más polémico. A esa visión personal y cercana se suman tres entrevistas que el propio Mishima ofreció en vida y que nos permiten acceder a ese ser que se creyó su propia teatralización de la vida hasta el punto de, al ser preguntado sobre qué es aquello que protegería con su vida, responder que sólo moriría por conservar los tesoros del emperador porque son la base única de toda la cultura japonesa, lo que la distingue de las demás.
Como comentábamos, el escritor se creyó tanto su personaje que, efectivamente, terminó muriendo en un intento por derogar la constitución y aumentar el poder del emperador. A partir de esa muerte, como apunta Ishihara, toda su obra es interpretada (a caso fallidamente) en relación con la misma, por lo que tuvo no sólo de extraño, sino sobre todo de anacrónico.
Ishihara trata en esta obra de ofrecer una lectura distinta de la obra de Mishima, al mismo tiempo que trata de explicarnos cómo y por qué se precipitó hacia ese extraño eclipse, hacia una muerte ritual que poco significaba ya a mediados del siglo XX.
Autor de un libro notable como “la estación del sol” (Gallo Nero, 2013), Ishihara nos ayuda a comprender mejor la obra de otro escritor japonés acaso más pasional y, por momentos, más genial que él: Yukio Mishima. Para quienes se hayan interesado alguna vez por la obra y por la vida (que por insólita llega a anular aquella o, al menos, a fundirse con ella) de Mishima, esta obra les ofrecerá una visión más cercana y, sobre todo, distinta de las razones literarias y personales de un autor que fluctuó entre la genialidad y el desvarío.
Existe también un magnífico documental de la BBC disponible en inglés sobre la obra y vida de Mishima: https://www.youtube.com/watch?v=Ctufj50w9a0
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