A propósito de Lorca y las falsas tesis del hispanista Gibson

Con motivo de la reciente publicación del último libro de Ian Gibson, inevitablemente vuelve a resurgir el tema de la búsqueda de los restos de Federico García Lorca y la crítica descalificadora de dicho señor a la última búsqueda de 2016, realizada por un equipo multidisciplinar y científico del que he tenido el honor de formar parte y que ha realizado las aportaciones más serias,rigurosas y científicas sobre el particular, alejadas de manifestaciones orales que tanto daño han hecho.

En estas entrevistas se reafirma en buscar debajo de la fuente del Parque de Alfacar -el mismo lugar en que se buscó infructuosamente en 2009-, en virtud de unas manifestaciones del actual alcalde socialista del pueblo de Jun. José Antonio Rodríguez, que trabajó en el año 1986 en las obras del parque como guarda, manifestó a la prensa que los huesos del poeta y el cráneo los tuvo en su propia mano, al aparecer casualmente durante dichas obras, y que los metieron en un saco y los pusieron debajo de la fuente, según los testigos por orden del entonces vicepresidente de la diputación de Granada Ernesto Molina.

Solo tengo que decir sobre este asunto que el que esto escribe denunció tales hechos ante la Fiscalía de Granada el día 18 de septiembre de 2012, por considerar que se había cometido un delito de inhumación ilegal, pidiendo a la fiscal jefe, que para comprobar tales hechos, que con el levantamiento de la fuente se podría comprobar si el delito se había cometido o si bien era producto de una falsedad. Esa misma tarde el citado alcalde en declaraciones a la prensa se retractó de todo ello y dijo que no era cierto, que eran rumores que él había oído en la obra. Aquella tarde coincidí con Gibson en un acto de presentación de un libro suyo y le puse al tanto de todo el asunto, incluso una periodista presente del diario Granada Hoy le confirmó las declaraciones del alcalde, al señor Gibson. Esa denuncia la archivó la Fiscalía alegando la prescripción de los hechos denunciados.

Tampoco es creíble que en 1986 aparecieran unos restos humanos y no se diera cuenta al juzgado y se decidiera esconderlos ¿con qué fin?, si se estaba construyendo un parque donde se suponía el lugar en el que habían asesinado a García Lorca, ¿es lógico que se escondieran los huesos? El hallazgo casual y la confirmación del lugar del crimen hubiesen significado una noticia de alcance mundial. España en 1986 era un país serio y demócrata y ese hallazgo se hubiese puesto sin duda en conocimiento judicial. No es de recibo que un político decidiera ordenar un acto ilegal teniendo como testigos del delito a los propios obreros de la empresa constructora.

Gibson basaba el lugar de fusilamiento y enterramiento en las manifestaciones orales que en 1966 y en 1978 le realizara Manuel Castilla Blanco conocido como “Manolillo el comunista” fallecido en 1995, autotitulado como enterrador de García Lorca, cosa que tras una investigación profunda no se sostiene a tenor de los datos que aporto a continuación.

En primer lugar, Manolillo el comunista llegaría al frente de Viznar, sede de la primera bandera de Falange al mando del capitán Nestares el 26 de septiembre de 1936, un mes y diez días después del asesinato del poeta. Nestares no se apiadó de un niño de 15 años, sino de un muchacho de 18, pues había nacido en 1918 y así consta en su expediente personal de Falange Española, Nestares le afiliaría para salvarle la vida.

Quizás este dato pasó inadvertido al señor Gibson, pero no la declaración jurada que el “comunista” firmó el 15 de julio de 1975 a petición del actual general Nestares (hijo del capitán Nestares) y el investigador Molina Fajardo en la que el “comunista” manifiesta que llego a Viznar después del fusilamiento del poeta y que no participó en el enterramiento, publicada en el libro de Molina Fajardo en 1981 y que el señor Gibson calló; lo mismo que mutila la transcripción de las manifestaciones que el propio “comunista” le realizo a él mismo, el 28 de agosto de 1978 y que el propio Gibson grabó en el mismo lugar, y que en la edición de 1979 del Círculo de Lectores se transcribe la grabación casi integra, ignorando deliberadamente una frase y su contestación, en la que el “comunista” reconoce que en ese lugar le indicaron a él.

El “comunista” tiene un lapsus y no puede mantener las mentiras que durante años contó a Peñón y luego a Gibson. La citada grabación se encuentra en el archivo del centro de estudios lorquianos de la diputación de Granada, a disposición de quien quiera consultarla.

Es importante recordar que la búsqueda en 2009 reveló que el lugar, en toda su extensión, tiene roca madre a una profundidad de 40 centímetros y es imposible cualquier enterramiento. Por tanto, ¿cuál es la razón por la que el Gibson, con estos datos conocidos por él mantenga a día de hoy tan disparatada impostura? Y más después de pedirnos rigor a los que actuamos desde siempre con rigor investigador.

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