Cuando parecía que su obra poética había concluido, T.S. Elliot publicó, en 1936, Burnt Norton, el primero de los cuatro poemas que conformarían “Cuatro Cuartetos”, una obra completada a lo largo de la II Guerra Mundial.
Con su otra gran obra, “La Tierra Baldía”, los “Cuatro Caurtetos” comparten la obsesión por alejarse de la lírica intimista de raíz romántica aunque difieren en casi todo lo demás. El tono desolado de “La Tierra Baldía” deja aquí paso a una poderosa, certera y profunda meditación sobre el tiempo y sobre el papel del hombre en el tiempo. Gran lector de los poetas metafísicos ingleses del siglo XVIII, pero también de los místicos medievales europeos, de Dante y de otras tradiciones espirituales (aquí la Gitá se da la mano con la Divina Comedia en la búsqueda de lo que Huxley llamó Una Filosofía Perenne), Elliot compone una obra meditativa y espiritual que lo situó definitivamente como uno de los más grandes poetas europeos del siglo XX.
Una obra, estos “Cuatro Cuartetos” que alcanza por momentos el tono y el carácter consolador de los libros sagrados de los que es deudor. Además de con una inteligente y esclarecedora introducción de Andreu Jaume (uno de los mejores traductores de este país pero también un magnífico y culto escritor), la edición se completa con una traducción de los coros de “La Roca” y “Asesinato en la Catedral”, dos piezas teatrales que permitieron a Elliot ensayar su nueva voz y sentar las bases de los “Cuartetos”.
Una obra imprescindible, de un autor que se agiganta con el paso de los años y al que conviene volver una y otra vez. Y de nuevo un magnífico trabajo de Andreu Jaume (el último fue su edición de los diarios de Gil de Bieedma) para la editorial Lumen.
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