Tratados de la desesperación, de Blaise Pascal

Estamos ante un breve libro que resume el pensamiento de uno de los pensadores cristianos más heterodoxos de la modernidad. Matemático precoz y de prestigio, Pascal abandonó la ciencia tras una experiencia mística que le llevó a adscribirse al jansenismo: un cristianismo estricto, en el que la renuncia, la fe y la caridad, así como el comportamiento moralmente irreprochable, son las piedras básicas.

Los textos recogidos por Hermida editores en esta obra reúnen, precisamente, una selección de sus “Pensamientos”: base para una ambiciosa obra de defensa del cristianismo que jamás llegó a escribir.

Lo que más sorprende de estos “Pensamientos” de Pascal es lo fácilmente asimilables que, desde la contemporaneidad, son algunos de los argumentos del autor francés, en especial, su crítica al mundo de la racionalidad, del positivismo; y al tecnificado e individualista mundo que de él ha surgido.

Si en la actualidad prosperan, como contraposición al pensamiento dominante (que glorifica el triunfo individual, la imagen social, el poder, el dinero,…), un sinfín de técnicas de meditación, mindfullness, etcétera, se debe, fundamentalmente, a la necesidad que muchas personas experimentan de relacionarme más íntimamente consigo mismos y con sus pensamientos. En realidad, lo que subyace, diría Pascal, es la necesidad que todos tenemos de seguir un camino propio para alcanzar algo que nadie desde fuera puede darnos: la felicidad.

Precisamente, el compromiso con la felicidad y la creencia de que existe una sabiduría perenne (el nombre se lo dio años después A. Huxley) que puede llevar al hombre, a través de la renuncia, a alcanzar dicha felicidad es el centro de los aforismos que componen esta obra, en los que Pascal carga contra quienes cegados por la desesperación o el poder, el ruido social o la inacción, la imaginación o el hedonismo, se olvidan de seguir una enseñanzas insertas en la propia naturaleza humana; lo que desde una óptica cristiana el señala como la fe, la creencia irracional y ciega en Dios.

Para Pascal, el buen cristiano es aquel que entiende que no se puede seguir a Dios con la razón (Credo quia absurdum, creo porque es absurdo, decía Tertuliano ya en el siglo II), sino sólo con lo que él denomina “el corazón circuncidado”, es decir, la fe.

Por lo demás, el libro puede ser una buena puerta de entrada al pensamiento místico de Pascal, de título quizás poco acertado porque la desesperación no es clave en Pascal y porque puede remitir a una relación (inexistente) con el “Tratado de la desesperación” de Kierkegaard.

Actualización 6 de abril: Como rectificar es de sabios, damos voz a la editorial, quien explica así de bien el porqué de la elección del título (que a mí no me parecía tan idóneo): “la relación entre Pascal y Kiekergaard es innegable, y la desesperación, ese estado [relacionado con] los filósofos que han tratado de pensar más allá de la razón (entre los que se encuentra Pascal y que apunta la reseña), está muy ligado a Pascal que junto a Kierkegaard, Nietzsche y Shestov fueron sus grandes impulsores.

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