El Danubio no pasa por Buenos Aires, de Marcelino F. Mallo

Reseñamos “El Danubio no pasa por Buenos Aires” de Marcelino F. Mallo (editorial Ézaro)

Un profesor de Historia Antigua de la Universidad de Santiago, Juan Carlos Rubido, es el protagonista y narrador de esta novela que comienza con una doble obsesión: la de Antón (también profesor y único amigo de Rubido por una alumna: Ornela Mato) y la del propio Rubido por un alumno extraño e inteligente y caracterizado por su aceto argentino.

Ambas obsesiones, así como su propio temperamento (y lo que él llama los momentos de “niebla”) llevarán a Rubido a impartir unas clases heterodoxas cuyos resultados finales en forma de nota serán inmediatamente impugnados por su jefe de Departamento y por el vicedecano de la Facultado: una especie de archienemigo de Rubido desde la juventud y numerario del Opus Dei que responde al nombre de Serafín Piñeiro.

La novela es la narración del derrumbe de Rubido y de su reputación, pero también la ejemplarización de una máxima que Cibrán, el alumno argentino, deja caer en clase: que la Historia se hace a base de causalidades con destellos de casualidades.

La casualidad aquí es doble: un viaje a la Argentina que permite a Rubido investigar el pasado de su alumno y las consecuencias que dicho viaje traen para él cuando, al regresar, se convierte en el principal sospechoso de un asesinato.

La narrativa de Mallo no prescinde en su trama ni de una mirada irónica sobre la actualidad y, en concreto, sobre Galicia (caciquismo, envidias, corruptelas) ni tampoco de una cultura que aquí aparece personalizada en dos figuras tan heterodoxas como gigantes: la de Croce y la de Magris. Autor, este último, de un famoso libro titulado “El Danubio”, al que hace referencia el título.

La novela también se acerca, por momentos (sobre todo en el viaje del protagonista a Argentina) a la literatura de viajes y, más en concreto, a cierto flaneurismo, es decir, a la actitud estética y ética del paseante que desea y se obliga a mirar todo con ojos curiosos: como si todo fuera nuevo.

La obra, por último, se acerca sin precipitación, pero de manera clara, a ciertas zonas oscuras de la existencia (el fracaso y el aburrimiento de Rubido, el amor casi incestuoso de Antón y su mujer convertidos ya más en hermanos que en amantes, la falta de pasión, el gris de tantas vidas,…) que no suelen ser aireadas frecuentemente y que aquí, sin estridencias pero con claridad, se convierten en un protagonista más de una novela cuyo principal mérito sea, acaso, la honestidad.

En el lado de los “peros”, algunos giros personales del lenguaje (el “Tal que”, en lugar de “como” o el frecuente uso del “mas” por “pero) que a veces traban la lectura y la alejan un poco del lenguaje verbal: algo que aquí, a mi parecer, sí resulta problemático, en tanto en cuanto estamos ante una novela realista tanto en su trama como en su modo de acercarse a la realidad.

Por lo demás, la obra es tan amena como inquietante y tan liviana como culta, por lo que supone una buena carta de presentación en castellano de un autor que, hasta ahora, sólo había sido publicado en gallego.

Si tuviera que hacer un resumen final de mi experiencia diría que vencido mi primer escepticismo (el arranque no me atrajo especialmente) la novela se ha mostrado como una lectura realmente agradable y recomendable. Si pueden, léanla.

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