Reseñamos esta obra de C.G. Jung publicada por la editorial Trotta
El Yoga Kundalini es una de las escuelas basadas en las enseñanzas del Yoga Sutra y una de las que más difusión ha tenido en Occidente gracias a su vinculación con el budismo tántrico.
Esta obra recoge un seminario de Jung de 1932 dedicado al análisis de las enseñanzas del Yoga Kundalini desde el punto de vista de la escuela de la psicología analítica. Desde esta perspectiva, conceptos del Kundalini como el de Cakras se convierten, dice Jung, en una guía valiosa en el afán de entender la mente como un todo.
Como se explica en el prólogo de esta obra (pág. 26), “la filosofía india entiende, en concreto, que hay ciertos estados no-yoicos que influyen en nuestra psicología personal pero, con todo, existen independientemente de ella. La meta del desarrollo humano sería producir una aproximación y una relación entre la esencia específica y una relación entre la esencia específica del no-yo y el yo consciente. El yoga tántrico ofrece, en este sentido, una exposición de los estados y fases de desarrollo de este elemento impersonal, tal y como se presentan en sucamino hacia la luz de una consciencia personal superior”.
El seminario de Jung, que respondía a otro que el indólogo Wilhelm Hauer (quien, por cierto, buscaría convertirse poco después en el creador de una Religión aria, es decir, Nazi) había llevado a cabo en el mismo Club de Psicología de Zúrich, es uno más de los muchos que el psicólogo suizo dedicó a la religión india; seminarios a los que hay que sumar obras impresas como “El Yoga y Occidente” (1936) y “Acerca de la psicología de la meditación oriental”.
El propósito que Jung perseguía con esas obras y aquello seminarios era no tanto el de acercar las nociones indias y sus prácticas a Occidente (algo que sí intentaban diversos indólogos en la época) como “elucidar el significado psicológico de un simbolismo espontáneo semejante al del yoga Kundalini”
Ese simbolismo permitía a Jung desarrollar una topografía regional arquetípica de la psique y ofrecer “un relato del proceso de individuación en términos de tránsito imaginativo entre dichas regiones”. Es decir, el interés no radicaba tanto en la práctica, como en los símbolos a los que dicha práctica permitía acceder y que Jung entendía como manifestaciones del inconsciente colectivo.
Esta obra de Trotta (que ocupa unas 200 páginas) recoge, entonces, uno de los primeros intentos de Jung por emplear la experiencia India como soporte para sus propias especulaciones, aunque Jung niega la posibilidad de la implantación de este tipo de religiones y prácticas en Occidente ya que, según él, la psicología occidental es incapaz de entenderlas realmente (el hombre occidental sólo podría, dice, llevarlas a cabo como un ritual, pero sin obtener de ellas todo su beneficio).
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