Salvar las apariencias

Analizamos esta obra de Owen Barfield editada por Atalanta

En Salvar las apariencias, Owen Barfield realiza un análisis dialéctico basado en la premisa de que la evolución del lenguaje la de la consciencia caminan de la mano, ahora y siempre. En este análisis, Barfield distingue cuatro conceptos clave: participación, figuración pensamiento alfa y pensamiento beta.

La tesis principal del libro de Barfield sería la siguiente: el mundo, si objetivamente fue igual siempre (en el plano de lo no representado o físico), desde el punto de vista del ser humano ha ido evolucionando a la par que su conciencia.

salvar las aparienciasPara fundamentar esta tesis son claves los conceptos que dan título al libro: el de «salvar las apariencia» y el de «idolatría». La idea de «Salvar las apariencias» hace referencia a la astronomía antigua y medieval donde la explicación del movimiento de los astros no trataba de ser (por inverificable) «verdadera», sino sólo salvar las apariencias, es decir, dar una explicación probable y que explicase el mayor número de fenómenos físicos y, a la vez, teológicos. En la actualidad, dice Barfield, vuelve a ocurrir algo similar y en el mejor de los casos los físicos proponen «fórmulas matemáticas que en el momento de ser escritas se han revelado las más sencillas y convenientes para… salvar las apariencias».

Respecto a la idolatría, Barfield señala que el mundo que vemos es una representación «en el sentido final de constructos mentales del observador» y añade que «una representación que es colectivamente malinterpretada como algo esencial no puede llamarse representación. Es un ídolo». Es decir, que caemos en la idolatría al creer que los fenómenos son como los vemos; o dicho de otra manera, que no participamos en cómo los vemos, que son así «objetivamente». «Así los fenómenos son “ellos mismos” ídolos cuando se los imagina gozando de esa independencia de la percepción humana, que de hecho sólo puede ser propia de lo no representado» (las partículas).

La obra presenta un planteamiento claramente dialéctico y, así, a una etapa de participación original en la naturaleza Barfield opone un periodo científico caracterizado por el pensamiento alfa o científico que separa objeto de sujeto, el periodo de síntesis sería un pensamiento en el que, imposibilitado para regresar a la participación original, el ser humano, a través de la imaginación, pudiera alcanzar, sin embargo, un estado de participación final. Estadio en el que la animación del mundo ya no sería un impulso proveniente del exterior del ser humano, sino que vendría provocado por la imaginación de éste.

Si bien, como Barfield es un pensador cristiano lleva sus conclusiones (y todo el libro parece caminar hacia las mismas) al punto de señalar que el nacimiento y el mensaje de Cristo suponen el punto de cruce que marca la salida definitiva de la participación original y el inicio de la final mediante los primeros pasos del pensamiento Alfa.

El filósofo británico llega a señalar que «la participación final […] es la progresiva encarnación del Verbo». Para él la venida de Cristo es un hecho histórico, pero también simbólico. Con él «la interioridad del Nombre Divino había sido plenamente realizada en un hombre; la participación final, por medio de la cual el Creador del hombre habla desde dentro del propio hombre, se había cumplido. La palabra se había hecho carne».

El libro de Barfield tiene, desde nuestro punto de vista, un doble valor. Por un lado, en su revisión de la consciencia de la antigüedad y el medievo permite acercarse a ambos periodos desde un punto de vista heterodoxo y muy distinto al de los planteamientos tradicionales(así ocurre, por ejemplo, con la idea de que la representación pictórica medieval que prescindía del “aire” estaba motivada no por falta de pericia técnica, sino por una representación colectiva del mundo distinta); el desmontaje verbal, histórico, etimológico que realiza Barfield y que emparenta su obra con escuelas como la de la sospecha o la deconstrucción obliga a un replanteamiento de los aspectos tratados por el filósofo británico. Por otro lado, su visión de la historia cristiana y su conclusión final de una Iglesia que ha de acercarse a posiciones monistas y a una visión del tiempo y del Ser más propia de filosofías orientales (intención en que puede relacionarse a Barfield con pensadores como Huxley y su idea de la filosofía perenne) puede resultar interesante para quienes, interesados en el espiritualismo, busquen posiciones e ideas de conciliación entre las diferentes religiones.

Un libro al que deben acercarse todos aquellos interesados tanto en posiciones heterodoxas sobre la historia y el papel del ser humano en ellas, como en la historia y comparación de las religiones.

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