Gonzalo Suárez se divierte

Y mucho, por lo que se puede leer en  su último libro, CON EL CIELO A CUESTAS.

 

Y es que escribir un thriller sexual a los 81 años no es para menos. Se lo ha debido de pasar pipa creando a sus personajes. A Frederica, una bella mujer con un gran pene, a quien le gusta utilizarlo con su intima amiga Nora,  una pintora que es la que plasma el desnudo de Frederica en un lienzo.

La búsqueda de este cuadro es el hilo conductor de la novela en el que aparece Gegé ,  un amigo de Frederica que se divierte matando a argelinos o a cualquiera que se le ponga a tiro. Frederica quiere encontrar y destruir el cuadro pero he aquí que aparece Massaní, un ex republicano de la guerra civil española. Massaní se enamora de Nora y es perseguido por Gegé. Todo ello en el París de los años cincuenta.  Estos y otros personajes, como el inspector Larousse- tiene nombre de enciclopedia- conforman este delirante thriller que mezcla el humor con las reflexiones más profundas acerca de la vida, la soledad o el amor.

CON EL CIELO A CUESTAS es también un repaso a la época en la que a Gonzalo Suarez le tocó vivir.  Albert Camus, Edith Piaf,  Juliette Gréco,  Brassens o Ezra Pound son, entre otros, objeto de cita en su novela. También nos enteramos como murió el semiólogo Roland Barthes, nada menos que atropellado por una furgoneta de ropa sucia. Pero lo nuestro es buscar el cuadro que Nora, con la ayuda de Massani, ha logrado esconder. Intrigas, muertes curiosas o asesinatos premeditados nos persiguen en esta novela en donde lo mejor, a mi gusto, son los diálogos.

Gonzalo Suarez es un guionista, director de cine y escritor con mucha pluma, esto dicho en el sentido literal del término, claro está. Sabe en cada momento retener la atención del lector, ilustrarle con sus pensamientos puestos en boca de sus personajes o sorprenderle con acciones inesperadas. No es que, CON EL CIELO A CUESTAS, sea su mejor novela, ni tampoco la más vanguardista, sobre todo si nos acordamos de cómo sorprendió a mediados de los años setenta- ya todo para algunos ha sucedido en el siglo pasado- con “Rocabruno bate a Ditirambo”, o a principios de los ochenta con “La Reina Roja”.

Este Gonzalo Suarez, divertido y profundo, no puede renunciar a ser como es o a haber vivido en el siglo pasado. En unos años en los que en España reinaba la ranciedad absoluta. Por eso muchos lectores, yo entre ellos, estamos en deuda con él, con sus libros y con su cine: por habernos hecho pensar más allá de lo políticamente correcto.

Ahora, a sus ochenta años, le sigo viendo en los lugares de siempre. No deja de ir a ver a su amiga Chus que le da tan bien de comer en  ese diminuto bar gallego detrás de la Plaza de España. Viendo como los años se echan encima y  “cómo se agrandan las distancias de la silla a la puerta y de la copa a la boca” Eso es lo que dice una bruja en su novela. Y no  le falta razón. Lo que la bruja no dice y aquí está su nueva novela para señalar, es la extraordinaria juventud de este autor para seguir creando situaciones y personajes que muy bien podrían habitar el mundo de hoy.

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