Recuperamos esta breve obra del escritor suizo Robert Walser
Autor bastante desconocido para el gran público, Walser es uno de los escritores centroeuropeos que más admiraciones despierta entre quienes han tenido la voluntad o la suerte de toparse con uno de sus libros y, desde luego, uno de los más recomendados entre los catadores de la buena literatura.
De entre todos sus libros, destacamos hoy “El paseo” por dos razones: la primera, la brevedad de la obra; que la hace muy atractiva para quien quiera acercarse por primera vez al escritor suizo. La segunda, la edición que de la misma hizo Siruela en el año 1996 y que va ya por su décima edición.
“El paseo” es un relato corto que trata exactamente de eso, de un paseo. El narrador, un poeta pobre pero buenhumorado, sale a estirar las piernas y a caminar por la ciudad para alejarse un poco de su trabajo y, de paso, comer en casa de una admiradora y entregar una carta. El tono de la obra, humorístico y liviano, hace de la propia lectura un agradable paseo por las páginas que, sin embargo, entre tanto caminar, rebosan de reflexiones irónicas, audaces y profundas.
Reflexiones que combinan la suave y burlona queja por la situación material del escritor (pobre) con un agradecimiento por la vida y por sus pequeñas alegrías que, lejos de ser cursi, resulta plenamente natural: ta natural como las ideas que surgen al andar.
“En un bello y dilatado paseo se me ocurren mil ideas aprovechables y útiles. Encerrado en una casa me arruinaría y secaría miserablemente. Para mí, pasear no sólo es sano y bello, sino también conveniente y útil […]. Un paseo está siempre lleno de importantes manifestaciones dignas de ver y de sentir”.
Antecediendo en décadas a muchos de los flâneurs franceses, Walser hace del paseo por la ciudad una terapia, pero también un acto subversivo, una manera de estar cara a cara con la vida real y, a la vez, de ejercitar la libertad de recorrer la ciudad y usar el tiempo a su antojo. Al igual que los flâneurs, además, Walser tiene un método muy claro para pasear; por otro lado, un método muy similar al que, después, Louis Aragon ejercitaría o Benjamin adjudicaría al primero de los flâneurs, Baudelaire: “el paseante atento, que desde luego tiene pasear no con los ojos bajos, sino abiertos y despejados, si ha de brotar en él el hermoso sentido y el sereno y noble pensamiento del paseo […] Su cuidadosa mirada tiene que vagar y deslizarse por doquier, desinteresada y carente de egoísmo”.
El flâneur, y Walser lo es, por lo tanto, no sólo camina, sino que al hacerlo aprende y descubre, vive la ciudad y se funde con ella. Es un explorador, un reportero, más que un simple visitante. En realidad, está a la caza de “ideas aprovechables y útiles”,. Pasa de la visión a la revelación.
Con una prosa repleta de adjetivos, matizaciones y repeticiones; con un tojo jovial, poético y vitalista, Robert Walser nos acerca con “El paseo” a esa fiebre que puede ser el caminar por la ciudad para, no sólo (re) descubrirla, sino, sobre todo, para hacerla propia.
Añadiremos, para acabar, que existe un libro llamado “Paseos con Robert Walser” que demuestra, por un lado, que el escritor suizo nunca dejó de pasear y, por otro, todo lo que aún guardaba dentro de sí este poeta que decidió todavía joven, y motu propio, hundirse en el mutismo e internarse en un asilo al considerar que ya no tenía nada que decir.
El Paseo. Robert Walser (Siruela) PVP: 12,95€
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