Analizamos el libro de Jean-François Duval editado por Anagrama y en el que se recogen las voces de muchos de los tótems de la generación beat.
“Kerouac y la generación beat” trata sobre Kerouac, sí. Y sobre la generación, beat, claro. Pero no en el orden o con la importancia que podría dar a entender el título, porque en realidad, la figura de Kerouac aparece aquí como un actor más o, al menos, como un actor cuya importancia es imposible de entender sin el entorno. Así, de hecho, lo apunta ya Duval al inicio del libro cuando asegura:
“Desde el primer momento, y a pesar del artículo elogioso de Millstein [en el New York Times], no se trata tanto de un acontecimiento literario como de un fenómeno sociológico. «En el camino» aparece en el instante preciso para hacer cristalizar las aspiraciones de toda una juventud empujada por el irresistible impulso de los Treinta Gloriosos recién inaugurados y los cambios que estos traen consigo: el crecimiento exponencial del consumo, los avances tecnológicos (transistores, televisión) y culturales (libros de bolsillo, discos de 45 revoluciones), la liberación progresiva de las costumbres, el desmoronamiento de las barreras sociales y raciales (sobre todo a través de la música rock y pop) y muchos otros fenómenos ligados a la aparición de una nueva población, la de los «teenagers»”
Y es alrededor de esa idea de los “beat” como fenómeno cultural que J.F. Duval levanta su libro.
En ese entorno que rodea al llamado “bardo de la generación beat” (Kerouac) se incluye el orquestador de todo aquel embrollo, el poeta Allen Ginsberg a quienes muchos señalan como verdadero creador del Hit que supuso el nombre —aunque no fuera el primero en utilizarlo, ni mucho menos—. Una entrevista larga con él ocupa, de hecho, todo el primer capítulo. Y es una buena entrevista, como todas las de este libro al que, de ponerle un “pero”, sería el de que el “quién es quién” recogido al final del libro no esté anunciado en las primeras páginas, pues si uno no lo sabe corre el peligro de perderse entre en las referencias, lo que es una pena porque ese “quién es quién” es realmente útil y está muy bien hecho.
La generación beat, como movimiento literario, no ha existido nunca. Sin embargo, esta inexistencia ha permitido la construcción de una ficción verdadera, que hoy llamamos convencionalmente «generación beat» y cuyos actores, lejos de formar un «núcleo» […] nunca han representado sino una nebulosa muy dispersa
Aunque, hay que decirlo, este es un libro que disfrutarán y celebrarán, sobre todo, los “beatmaniacos”. Si uno no conoce un poco el trasfondo de la historia, si no ha leído “on the road” y alguna otra de las obras de Kerouac, si no está al tanto —sobre todo— de la mitología que le rodeó a él y al otro protagonista de su famosa novela, Neal Cassidy (alias, Dean Moriarty, alias Hart Keneddy en “Go” de John Clellon Holmes, alias, Cody en “Visiones de Cody” de Kerouac; alias Houlihan en “el día después de la muerte de Superman” de Ken Kesey; etcétera) es posible que le cueste un poco orientarse; si bien, como ya hemos dicho, el apartado de “quién es quién” ayuda mucho, así como las palabras introductorias que desliza Duval antes de la primera entrevista y también al comienzo de cada una de esas conversaciones.
Por otro lado, si uno conoce ya un poco esa mitología, si uno está al tanto de las obras básicas y de la cultura del momento, entonces podrá sacar a este libro —que en realidad es una colección de entrevista con algunos de los actores principales de aquel periodo: Ginsberg, Carolyn Cassid (mujer de Neal), Jocye Johnson (novia de Kerouac), Ken Kesey (autor de “alguien voló sobre el nido del cuco”, etc.— mucho más jugo, porque las entrevistas de Duval son intensas, literarias, profundas; muy lejos del habitual cuestionario comercial, rutinario, de apariencia perezosa al que nos tienen acostumbrados algunos medios masivos de nuestro país. Aquí todas las preguntas son pertinentes y los autores entregan en sus respuestas curiosas y novedosas anécdotas que a veces desmienten, a veces confirman —y unas desmientan y otras confirman— la leyenda de Kerouac, Cassidy y los otros beat.
Porque, desde luego, parte del éxito de todos estos autores descansa en una elaborada leyenda. Sobre el propio Kerouac, J.F. Duval se pregunta (no sin cierto tono elitista, de ahí las acotaciones que siguen) qué parte del éxito se debe a su capacidad literaria y qué parte a la leyenda beat: “En el fondo, ¿qué tiene de particular su obra? ¿En qué marca la historia de la literatura? Literalmente, desconcierta. Aún hoy no es seguro que el gran público [¡pero en España “on the road lleva 31 ediciones!] y ni siquiera los amantes de la verdadera literatura [¿pero qué es la “verdadera literatura”?] la lean más que la de Joyce […] Kerouac no tienen ninguna intención de «contar una historia»; y aun menos de retener la atención de un lector cualquiera”
¡…es evidente que no eran beats! Mejor dicho, sólo Ginsberg lo era […] Los beats eran una invención suya y de los medios
Entre los entrevistados, hay declaraciones a destacar, especialmente jugosas. Por ejemplo, cuando Carolyn Cassady, mujer de Neal y amante de Kerouac apunta, hablando de ambos: “¡…es evidente que no eran beats! Mejor dicho, sólo Ginsberg lo era […] Los beats eran una invención suya y de los medios”. O cuando ella misma, preguntada por el antemitismo y el conservadurismo de Kerouac sentencia: “Sí, siempre lo fue, no sólo en sus últimos años, cuando los hippies”.
Por otro lado, las declaraciones de ella y otras mujeres dejan ver claramente el envés de la moneda beat, el
que en “On the road” ya había vislumbrado —como una revelación— el propio Kerouac, cuando en su parte tercera escribió, precisamente acerca del personaje de Carolyn Cassady (Camille en la novela): “De pronto comprendí que todas estas mujeres se pasaban meses solas, meses exclusivamente femeninos, hablando de las locuras de sus maridos”.
También es muy interesante la entrevista con Ken Kesey, autor de “alguien voló sobre el nido del cuco” y creador de una caravana del ácido que recorrió USA de costa a costa, dando a probar el ácido a los jóvenes. Y desde luego las de Joycey, novia de Kerouac en los primeros años de éxito y poeta en la actualidad, que pone sobre el conjunto de la llamada generación beat una mirada lúcida y comprensiva, quizás la más profunda de la obra.
Así pues, y por resumir, estamos como decíamos ante un libro para beatmaniáticos —repetimos: no en vano vamos por la 31ª edición de “On the road” en España—, pero también ante un libro ameno, con una buena guía final para orientarse en los entresijos de la leyenda y, sobre todo, que consigue ser ameno y narrativo en la transmisión de información, con pequeños brochazos de humor y dibujo de escenas del propio Duval que consiguen —junto con la breve, pero potente introducción— hacer de este libro un buen libro sobre el todavía vivo fenómeno “beat”.
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