Paul Celan contra los chisperos

Analizamos los Microlitos de Paul Celan, editados por Trotta

¿Se necesita una licenciatura en filosofía para apreciar a Paul Celan (Czernowitz, 1920)? ¿Cómo acercarse a su discurso, a veces hermético, a su melodioso (y dulce) discurrir de la conciencia? Tal vez ayude saber de antemano que sufrió el ostracismo y la dificultad de ser poeta después del horror de los campos de concentración. Que el propio Celan pasaría los restantes años de la guerra en campos de trabajo del ejército rumano. Que moriría, suicidándose, el 20 de abril de 1970, en París.

Celan es, sin duda, uno de los poetas en alemán más importantes del siglo pasado (y de todos los tiempos). También fue un escritor de brillante prosa, y Microlitos, Aforismos y textos en prosa (Trotta, Colección: La Dicha de Enmudecer, 2015), es buena prueba de ello. Sus páginas evocan no solo las imágenes, los olores y los sonidos de una infancia en los años justo antes de la guerra, sino la frustración de los últimos días del autor.

José Luis Reina Palazón posee la destreza verbal y el instinto necesario para traducir los intricados juegos de palabras en las distintas lenguas (alemán, rumano, francés) de los textos. Estos fragmentos – incluso en su registro más sombrío – son una delicia para el oído. A veces las alusiones son satíricas: “Afirman en nombre de la humanidad, actuar en contra del cercano diluvio – con este fin ahogan al hombre como prediluviano en su saliva y baba”.

Algunos aforismos abusan del humor negro: “Paseante de pies planos y visionario de callos”. En otros, una buena historia se convierte en símil: “Algo en ti se detiene, algo, que no es tu corazón, tampoco tu cerebro, quedó detenido, durante un momento, una mano te agarró, te agarró y te soltó, tú no te habías movido del sitio pero tú eras otro”. En la mayoría, el epigrama sucede a la alusión: “Microlitos son, piedrecitas, apenas visibles, diminutas chispas en la densa toba de tu existencia”.

Su tautología “Peces que devoran pescadores son tiburones” podría haberla escrito Kafka. Los neologismos, al estilo de James Joyce, reverberan en todo el libro, sobre todo en su prosa narrativa: “Entenebrecido. Las maderas enterizas están de camino hacia mí, lo sé. Yace el mundo allí abajo en mí, el mundo. Pajizo, pronto arderé, el fuego del monte piensa ya detrás de mí. Sombreros de resplandor vienen danzando hacia aquí”.

Otras referencias, más sutiles, son cuestión de ritmo o de una palabra: “Hay ojos que van al fondo de las cosas. Que divisan un fondo. Y hay otros que van a lo profundo de las cosas. Esos no divisan ningún fondo. Pero ven más profundo” ¿No podría ser esto Rilke metamorfoseado? En otra parte, se nos dice “se escribe desde su suelo-madre existencial”, y parece casi un eco de Mandelstam.

Una edición académica de la prosa Celan es una empresa difícil y arriesgada. Microlitos es de inestimable valor para cualquiera que desee acercarse a Celan y entenderlo. No solo es una colección de aforismos, contraluces y fragmentos aforísticos, sino que se ocupa de su prosa de ficción, su prosa narrativa, diálogos y notas para trabajos dramáticos, prosa teórica, fragmentos y borradores de textos poetológicos, además de su prosa dispersa publicada y sus entrevistas. Proporciona, por lo tanto, una triple felicidad: una narrativa rudimentaria de la vida del poeta, una traducción en estado de gracia y una brillante lectura de su obra.
Si bien hay mucho que disfrutar en Microlitos, animo a los lectores a buscarse a sí mismos en este libro. Cada fragmento ofrece su propia magia y belleza, su propia visión. La poesía de Celan nos hace reír, llorar, olvidar y recordar. No es necesario analizar los símbolos o pasar horas dándole vueltas a complicados conceptos. Solo hay que abrir el libro al azar y escoger un fragmento: “Contraluces. Contra los chisperos”.

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