2053: Una odisea en Barcelona. “Si hoy actuamos juntos, el mañana puede ser mejor que lo que imaginamos”

Denis Blanchard-Dignac y David Escamilla Imparato publican 2053: Una odisea en Barcelona, una novela que une thriller con ciencia ficción y avisa de lo que ocurrirá si no cambiamos nuestra forma de vida y de tratar el planeta que habitamos.

1. ¿Qué les motivó a situar la trama en Barcelona del año 2053 y convertirla en epicentro de un conflicto global?

DENIS: Barcelona me fascina desde que vivo en ella. Es una ciudad que combina tradición e innovación, un laboratorio urbano donde todo se transforma más rápido de lo que la propia ciudadanía a veces percibe. Para mí, su proyección futura es tan poderosa que se convierte de manera natural en un escenario verosímil para un conflicto global. En 2053 imagino una Barcelona ampliada, más influyente y simbólica, capaz de liderar —o de fracturarse— ante una crisis planetaria.

DAVID: Me interesaba cómo una ciudad mediterránea, históricamente abierta y con vocación creativa, podía convertirse en un nodo crucial en un mundo en colapso. Barcelona tiene una marca internacional potentísima y una energía política, cultural y tecnológica que la hace ideal para situar el epicentro de un thriller global. En plena crisis climática y geopolítica, pensé: si algo decisivo pasara en la Tierra en 2053… ¿por qué no aquí?

2. En la novela, la ciudad está protegida por una cúpula electromagnética debido a las condiciones atmosféricas extremas. ¿Por qué decidieron que el cambio climático fuera un eje tan central en la historia?

DENIS: El cambio climático no es solo un contexto dramático, es el gran relato de nuestro tiempo. Quise imaginar su evolución sin caer en el catastrofismo fácil, sino proyectando una lógica científica: si hoy ya modulamos campos electromagnéticos a pequeña escala, ¿por qué no pensar en una tecnología que proteja una ciudad entera en 2053? Barcelona, con su geografía abierta al mar y expuesta a fenómenos extremos, encajaba perfectamente en ese ejercicio de especulación razonada.

DAVID: El medio ambiente es “el” tema. No queríamos escribir una distopía gratuita, sino una advertencia. La cúpula no es solo un artefacto futurista: es la metáfora de hasta dónde podría llegar la humanidad para sobrevivir a su propia irresponsabilidad. La novela nace de una preocupación real: ¿qué sacrificios, qué innovaciones y qué desigualdades surgirán cuando el clima ya no permita vivir al aire libre?

3. Elisabeth Lewitt y Maya Lee-Smith son figuras clave en la trama. ¿Qué buscaban transmitir a través de estos personajes y su papel en un mundo en crisis?

DENIS: Ambas representan aquello que siempre me ha interesado: la capacidad humana de ver más allá del caos. Pertenecen a un grupo social ambiguo, los ramazones, a menudo estigmatizado, pero ellas encarnan la excepción luminosa. Son brillantes, imprevisibles, incómodas. Quise que simbolizaran el potencial del individuo en un mundo que parece dominado por estructuras gigantescas.

DAVID: Para mí, Elisabeth y Maya son brújulas emocionales. Personifican la lucidez y la contradicción en un sistema que empuja a la gente hacia los extremos. Elisabeth llega desde Nueva York con la mirada global del periodismo, mientras que Maya encarna la irreverencia y el talento inesperado. En un planeta fragmentado, ellas muestran que las soluciones no siempre vienen del poder, sino de quienes se atreven a pensar distinto.

4. ¿Cómo fue el proceso creativo de trabajar juntos en la escritura? ¿Dividieron capítulos, personajes o temas, o prefirieron una colaboración más orgánica?

DENIS: Fue como construir un mural: cada uno aportaba trazos que el otro transformaba. No nos dividimos los capítulos de manera rígida; más bien dejamos que la historia fluyera entre nosotros. A veces yo aportaba los cimientos conceptuales; otras, David imprimía ritmo, emoción o una vuelta inesperada. Esa complementariedad definió la novela.

DAVID: Nos unió una afinidad profunda: nuestras lecturas, desde Asimov hasta los surrealistas, y la idea de que el futuro debía narrarse desde la complejidad. No hubo un reparto mecánico del trabajo. Era un diálogo continuo, muy orgánico. Denis aportaba una mirada arquitectónica, casi urbanística; yo aportaba dinamismo narrativo y estructura de thriller. La novela creció en esa mezcla.

5. La figura de Juan Tyac y sus obras visionarias tienen gran peso en la novela. ¿Creen que una de las funciones del arte consiste en anticipar los retos a los que se enfrentará la humanidad?

DENIS: Absolutamente. Creé a Tyac como un mosaico de referentes —Picasso, Dalí, Miró—, pero también con parte de mi propia forma de observar el mundo. El arte siempre ha sido una herramienta para mirar hacia el futuro, para captar aquello que todavía no sabemos nombrar. Tyac es esa figura: alguien que detecta las vibraciones del cambio antes que los demás.

DAVID: El arte es un espejo adelantado. En la novela, Tyac no solo pinta o esculpe: interpreta el tiempo que viene. Su obra funciona como advertencia y como guía. En un planeta sometido a tensiones extremas, el arte sigue siendo un territorio libre donde explorar posibilidades sin pedir permiso a nadie. Me interesa mucho esa función profética: los artistas muchas veces ven antes lo que la sociedad tardará décadas en reconocer.

6. Sin desvelar el desenlace, ¿qué reflexión esperan que el lector se lleve al cerrar el libro sobre el futuro de nuestras ciudades y sociedades?

DENIS: Quisiera que el lector sienta que aún estamos a tiempo. La novela no plantea un apocalipsis inevitable, sino un futuro donde la humanidad lucha, se reinventa y encuentra caminos inesperados. Las ciudades —empezando por Barcelona— pueden volverse frágiles, sí, pero también pueden convertirse en espacios de innovación y resiliencia.

DAVID: Espero que el lector cierre el libro con una mezcla de inquietud y esperanza. La inquietud por que los riesgos que mostramos —el clima, los recursos, la IA, las desigualdades— ya están aquí. Y la esperanza porque creemos en la posibilidad de alianzas nuevas, incluso más allá de la Tierra. El mensaje final es simple: si hoy actuamos juntos, el mañana puede ser mejor que lo que imaginamos.

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