Entrevista con Lea Vélez por “La hija de Gardel”: “un libro sobre la búsqueda de la verdad”

Lea Vélez ofrece en La hija de Gardel una trepidante novela que indaga en las atrocidades de la dictadura militar argentina.

Con el ritmo vertiginoso de los mejores thrillers, La hija de Gardel ofrece una trama en la que las historias de sus personajes se entremezclan manteniendo la tensión hasta las últimas páginas.

La historia se sitúa a caballo entre España y Argentina, entre el pasado y el presente, para indagar en las atrocidades cometidas durante la dictadura argentina a finales de los años 70

¿Podrías resumir tu libro en una frase?

Es un libro sobre la búsqueda de la verdad. Una búsqueda exhaustiva de la verdad, sus faltas y excesos, en todas sus formas.

¿Y es posible contar la verdad de esta gran hecatombe moral que fue la represión de los militares en Argentina, la desaparición de personas y el robo de niños?

No se puede contar la verdad desde un solo punto de vista. Todos mentimos y ocultamos cosas al narrarle algo a otro. Por eso escogí distintos puntos de vista y también distintas “verdades” que unidas actúan como el puzle de lo sucedido, para que el lector haga de jurado.

¿Eso busca el personaje de Ana, la periodista, o busca a su madre? Parece un alter ego…

Cuando yo estudiaba periodismo me preocupaba mucho entender “qué son la verdad y la objetividad”. ¿Contar un hecho objetivo es verdad? La auténtica verdad lleva un tiempo imposible en el periodismo objetivo inmediato. Ana está interesada en eso mismo y, claro, es un alter ego, una joven periodista muy preocupada por ser justa e imparcial y su investigación va más allá de la superficie porque busca a su madre, pero por el camino se encuentra con un universo que le interesa desde otros aspectos: el de las desapariciones forzadas, el del falsificador que cambia de bando. Que, por cierto, es un tipo que existió.

Has escrito una novela sobre el periodo más oscuro de Argentina cuando el país está envuelto en un momento político muy convulso con la ultraderecha estrenando gobierno. ¿Es el momento de sacar a la luz esta etapa para no olvidar el pasado?

Se ha sacado ya a la luz con la película Argentina 1985 y, mira, un día los jóvenes la aplauden a rabiar y al otro eligen presidente como si nada. Con los años me he vuelto fatalista y creo que olvidar el pasado es inevitable y que el arte no cambia las cosas, pero vale de cápsula del tiempo. Esos olvidos colectivos dan mucho más miedo en épocas en las que resurgen los extremismos. Tratar de que otros no olviden y se comporten dentro de la legalidad es una utopía y no es lo que pretendo, porque tengo poco de idealista a estas alturas de la vida. Bueno, a lo mejor lo pretende mi subconsciente, que diría un psiquiatra argentino.

¿Cuál es tu vinculación con la historia de Argentina? ¿Por qué eliges contar esta historia?

Para mí es una historia universal sobre las dictaduras y las persecuciones. Yo nací con Franco en el poder y esto marcó mi infancia. Mis padres eran intelectuales, siempre con la zozobra política de los años setenta en las conversaciones y las preocupaciones por si volvía una dictadura. Sus amigos me contaban cómo se escondían en los maleteros de algún coche para asistir sin ser vistos a reuniones clandestinas y todo esto que hacían los estudiantes de izquierdas.

Tu padre era un intelectual que apoyaba la democracia desde la cultura dando cabida a gente de todos los bandos, ¿esto te inspira para el libro?

La pluralidad cultural que ejercía mi padre para todo y la experiencia de vivir en una casa llena de conversaciones políticas y literarias me inspira como París a Hemingway. Mi París era esa infancia entre intelectuales que me sigue. Los personajes que escribo, y que están en todos los bandos, son hijos de esos años. Ahí tienes la inspiración para el personaje del falsificador de este libro, que es el protagonista indiscutible. Los personajes en la sombra son los que me interesan.

Da la sensación de que tienes una atracción especial por la justicia, los espías y la trastienda del poder.

Tengo un sentido absurdo de la justicia y una irreverencia natural contra el poder establecido. Naces y te sientes individuo, pero van y te meten en la cárcel de los niños, también llamada “colegio”, que está llena de consignas y normas majaderas y bullies que te marcan para siempre. De niña y de joven siempre estaba defendiendo a alguien de algo y buscando desentrañar los secretos y las motivaciones reales de aquellos que siguen las consignas de los carceleros como robots. ¿Por qué no se rebelan? ¿Porque les han educado así? No es solo miedo. Es como una religión. No lo entiendo.

En la novela se mencionan algunos nombres de los responsables de las desapariciones, torturas y muertes de la dictadura, como Massera o Astiz. Aparte de ellos, ¿algunos de los protagonistas están basados en personajes o historias reales?

Sí. Todos están basados en personas reales de mi vida o de la represión, pero modificados, claro. Siente una mucha responsabilidad cuando hay en juego tanto dolor real. Lo de Astiz disfrazado de buena persona, de hermano de una víctima de la represión para infiltrarse en una asociación de familiares de desaparecidos, ganarse su confianza y luego denunciar a esos familiares y hacerlos desaparecer me pareció endiablado y, por supuesto, dio pie al personaje de Garmendi, tan rubio y de ojos azules.

La novela tiene un ritmo muy cinematográfico. ¿Influye tu forma de escribir guiones a la hora de plantearte una novela? ¿Es muy diferente escribir para un formato audiovisual que para una historia narrada en papel?

No es muy distinto, el guion siempre está, es una espina dorsal de algo, ya sea novela, discurso o película. El guion es la herramienta y mi gran escuela de tempo, suspense y estructura. Quizás esta novela es más cinematográfica que otras. Muy directa, de escenas cortas y acción, porque se inspira mucho en el cine que me ha influido. Igual quise hacer un poco “La lista de Schindler Argentina”. Me gustaba narrarlo así, como si yo fuera la cámara, buscando esa frase corta, desnuda, testimonial, para contar la historia de un mundo tabicado, el falsificador que no es fiel más que a sí mismo, la detenida, los abusos, los niños robados y su huida.

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