José Miguel Ullán: razones de amor para seguir de vuelo

Busca el don de la imaginación nuevas formas de adaptarse a la existencia: “Contra el gusano de la conciencia histórica, el gusano de luz” (“Lezama Lima o el Barroco carcelario”). Una verdad transformadora puede enriquecernos, pero también desconcertarnos: “Oficios caducantes del corazón: recibir la impresión de los ojos e imprimir en los ojos la suya propia” (“Sueño y verdad del corazón”). La mejor crítica propone una espiral de cosas que ver, leer, escuchar. Ejerce el erudito sus dotes de persuasión, descripción y análisis, para profundizar y reconocer la obra de otros, provocando que nosotros, los lectores, nos reconozcamos en ella: todo un logro, en esta sociedad de solipsismo adictivo y autobombo feroz.

“Le acusaban de poder escribir y hacerlo allí. Olvidaban que se escribe para no tener poder y carecer de lugar” (“Proverbios del escritor irresponsable”). Deconstruye la escritura de José Miguel Ullán (Salamanca, 1944-Madrid, 2009) el discurso de la auto-implicación: “[Juan Larrea] escribió hablando. A un Dios inexistente. A unos hombres aquejados de olvido” (“En nombre de muchos”). En el volumen Aproximaciones (libros de la resistencia, 2018. Edición de Manuel Ferro) realza el fundador de la editorial Ave del Paraíso la importancia de la cultura libresca, exhaustivo letraherido que escribe con igual agudeza sobre Octavio Paz que sobre Picasso. Su biografía literaria es consciente de lo que debe dejarse atrás, en aras del ritmo, mientras invita “a celebrar el centenario de Juan Ramón Jiménez omitiendo su viva voz y su palabra muda”.

Comprime afectos, libera texturas, evita acumulaciones obturadoras, se permite énfasis y prisas a voluntad.El primero de estos artículos periodísticos data de 1976, cuando el traductor de Edmond Jabès regresa del exilio francés. El último ensayo es de 2008. Toman la forma de una invitación permanente y comprensiva: “¿Por qué los sordos de conveniencia reclaman lo que llaman regreso? La palabra verdadera ni va ni viene: habita de continuo en la voz que le es fiel” (“La voz de María Zambrano”). Opera la percepción de dentro hacia afuera y viceversa. Evalúa, conoce, reclama; lee, oye y ve, encuentra su lugar entre lo que califica: “En España la escritura sigue oscilando, como si tal cosa, entre el costumbrismo y la anécdota, la escandalera y el improperio (…) se echa mano de cualquier dios de carne y hueso para enseguida desollarlo, con singular provecho, y así adueñarse de un lugar trillado, de una posición aceptable” (“¡Dios!”)

Rompe tabúes, la mayoría auto impuestos, abusa de la primera persona.Contra la binaria superstición en blanco y negro, la respuesta creativa, contingente, liberada de las obligaciones de la inevitabilidad: “Narró [Augusto Monterroso] la historia ejemplar de un Camaleón (…) al que, habiéndole dado por la política, al final no sabía de qué color ponerse” (“La cultura del camaleón”). Es consciente el poeta de Ondulaciones (1968-2007) no solo de la presencia, sino también de la liberación que surge de juzgar libremente lo observado. Sus comentarios privilegian la inspección a la invención, suponen “tachaduras rojas contra ese despropósito de tener que decir algo acerca de no se sabe qué, tan nuestro” (“El jardín rojo de Severo Sarduy”).

En nuestra época de mundos virtuales, la realidad tiende a ser una muestra mediada de la no ficción. La peculiaridad de esta compilación no reside en su rareza de procedimiento o en su obsesión por ajustar cuentas, sino en la renuencia a considerar mitos personalistas. Nada hay en estas páginas que pueda clasificarse como mera información, “la palabra no sólo ayuda a ser, sino también a obrar, a desplazar lo inmóvil, a convencernos de que su relación con el cuerpo es la de darle aliento, razón de amor para seguir de vuelo” (“Convencerse”). Llega Ullán a los lugares, trata de darles sentido. Abomina el columnista del diario El País de lo aleatorio, avanza para probar lo que cree que sabe contra lo que encuentra a su paso.

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