Hace años que mantengo la opinión de que los libros hechos con amor, aquellos en los que editores, traductores y desde luego autores han puesto un cuidado especial, acaban por tener un plus que los vuelve mucho más atractivos que esos otros libros salidos de editoriales reconvertidas en máquinas de producir libros -como quien produce rosquillas o chorizos.
Si de algo no cabe duda cuando uno abre “Diarios del Sáhara” de Sanmao (Rata, 2016) es de que se trata de un libro en el que todos cuantos han participado en él han puesto amor y unas enormes dosis de pasión y de trabajo.
Sanmao, autora fallecida y desconocida en España, pero convertida en un mito en China, fue una escritora y casi podríamos decir aventurera que después de casarse con un madrileño acabó viviendo en el Sáhara español durante los últimos años en que la colonia perteneció a nuestro país. Allí, se dedicó a viajar, curiosear y anotar en un diario que acabó convertido (en muchas ocasiones) en crónicas para los periódicos de su país, no sólo los aspectos más exóticos de la región, sino también los pequeños momentos de su día a día y, desde luego, sus pensamientos y sus reflexiones.
El resultado es un libro que es al mismo tiempo que un relato íntimo, una suerte de Bildungroman, que todavía hoy tiene la fuerza suficiente para conseguir que cada año, cientos de asiáticos visiten nuestro país e incluso estudien español para conocer nuestra lengua, como lo hacía Sanmao.
Sanmao tiene esa mirada del poeta capaz de descubrir, entre lo que a los demás nos parece la realidad rutinaria, los destellos de lo mágico y de lo misterioso. Y sobre todo, tiene la capacidad de contarlo, a través de una prosa ágil, oral, donde las breves descripciones y los vívidos diálogos consiguen recrear un mundo ya desparecido casi por completo.
¿Y por qué digo que en este libro se nota la pasión puesta por editora, traductora y trabajadores de Rata? Porque publicar este libro en castellano no fue nada fácil. Y quizás por eso permanecía sin traducir. La odisea la cuenta Gabi Martínez en el bonito prólogo que abre la edición. En él nos informa no sólo de quién fue Sanmao, sino también de las peripecias y luchas que tuvo que llevar a cabo Iolanda Batallé, la editora de Rata, para conseguir acceder al propietario de los derechos de “Diarios del Sáhara”. El corolario de esa aventura se presenta en forma de carta y cierra este libro: es una misiva enviada a la editora por el hermano de la fallecida Sanmao, y gestor de los derechos de su obra.
Esta “invasión” que la realidad actual hace en esa otra realidad que vivió Sanmao y que incluye también una carta de la propia editora a la fallecida, lejos de malograr la edición, la dota, a mi parecer, de una calidez y hasta me atrevería a decir un carácter mitológico que, de otra manera, no hubiera tenido. Y eso contribuye, sin duda, a que el lector aprecie mejor el libro que tiene entre las manos y conozca mejor a su autora.
Una apuesta muy buena para comenzar una editorial nueva, como es Rata. Y un libro ciertamente recomendable.
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