El amor brujo, de Roberto Arlt

Tiene uno la sensación de que, aunque desde hace un tiempo no dejan de editarse en nuestro país libros de Roberto Arlt, es un autor que no acaba de encontrar el sitio de clásico que merece entre los lectores de España.

Han sido muchos los escritores (Cortázar, Onetti, por ejemplo) que han reclamado la paternidad de Arlt sobre muchas de las novelas que posteriormente se llevaron a cabo en Latinoamérica y que constituyeron el llamado Boom. Con un lenguaje directo que no prescinde en ocasiones (en este libro más claramente) de cierto barroquismo, con historias que acaecen siempre a pie de calle y con una voluntad clara de narrar sin caer en efectismos ni en trucos baratos, lo cierto es que Arlt fue, sin duda, uno de los primeros escritores “modernos” de Argentina.

En este “El amor brujo” que publica la editorial Drácena, y que fue la última novela del argentino, a lo que asistimos, de hecho, es a una suerte de burla de un tipo de novela que estaba muy en boga a comienzos del siglo XX entre la urguesía europeizada de Argentina (y por supuesto también en la propia Europa): la novela romántica.

El protagonista, Estanislao Balder, casi un alma funcionarial al estilo de Kafka, decide superar su vida anodina lanzándose a una aventura extra marital con Irene, una joven de dieciséis años de una familia que presume de un rancio (y en realidad falso) abolengo y que representa para el cuarentón Balder todo aquello a lo que tuvo que renunciar: la juventud, la inocencia y, en cierto modo, el pecado.

La relación con Irene, que él pretende indecente, es en realidad de una dulzura por momentos empalagosa y en muchas ocasiones sólo representa la incapacidad de Balder para superar su propia naturaleza acomodada y anodina.

Tragicómica y burlesca, la novela de Arlt supera su carácter de folletín al uso al incluir una ácida crítica contra el ideal de hombre obligado a la caza, a la conquista y, sobre todo por esa maravillosa capacidad de Arlt para retratar los tipos y los escenarios urbanos: desde los hidalgos empobrecidos hasta los miembros del lumpen.

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