Puerta del cielo, de Abraham Cohen de Herrera

Trotta  publica, en una magnífica edición a cargo de Miquel Beltrán, este intento casi último de conciliar filosofía y cábala

Aunque al lector actual le pueda resultar arduo seguir los planteamientos de un cabalista del siglo XVII como lo fue Abraham Cohen de Herrera, lo cierto es que, para el interesado en la metafísica medieval y, especialmente, en la filosofía y el pensamiento judío la obra que ahora ha publica Trotta gozan de un indudable atractivo.

Como señala Miquel Beltrán en la introducción del libro (10) “Puerta del cielo […] representa la exacerbación de los intentos de sincretismo entre cábala y filosofía que habían prefigurado ya ciertos místicos españoles» y que se agudizaron con posterioridad en la Italia renacentista y en la cábala cristiana. Tal sincretismo buscaba, sobre todo, universalizar unos conocimientos hasta entonces vinculados estrechamente a la comunidad judía y que, a través del pensamiento filosófico, se creía que podían extenderse a otros grupos culturales.

Herrera constituiría así el epígono de tal pretensión de “erigir sobre la autoridad de una prisca theologia la velada verdad en torno a la naturaleza divina y sobre la procesión de los seres emanados». Para ello, la herencia del platonismo y el neoplatonismo le ofrecerá un camino por el que acceder a una explicación filosófica de la cábala que trascienda la comunidad hebrea.

Esa explicación tenía, para Herrera, un doble objetivo. En primer lugar, entregar a los judíos una “vía media” entre el tradicionalismo y el creciente racionalismo moderno. En segundo lugar, su propuesta parece buscar hacer frente al dogma protestante —especialmente al calvinista— de la predestinación, con el que la fe y la metafísica judía no podían casar.

El libro, fruto de una época de transición, pero más escorado hacia el pasado renacentista que hacia el pensamiento moderno —sus preocupaciones son, incluso, puramente medievales—  entrelaza las consideraciones sobre el primer motor inmóvil de Aristóteles con la del Uno neoplatónico y las teorías de las emanaciones para conformar una teología en que, como decíamos, cábala y filosofía medieval se injertan.

El resultado es un libro profundamente original que a los interesados en el pensamiento medieval o en la cábala les resultará no sólo interesante, sino en muchos momentos, realmente innovador en alguno de sus planteamientos. Y que también podrá ser atractivo para aquellos estudiosos de la prisca theologia que verán aquí empleados muchos de aquellos argumentos que sostienen la fe de quienes creen que, por encima de las religiones, hay una Religión: lo que Huxley llamó una Filosofía Perenne.

 

 

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