La isla de Siltolá publica una selección de poemas de autor británico traducidos por José Manuel Mora Fandos
Aunque imprescindible para muchos poetas británicos, tiene uno la sensación de que, al contrario que otros posteriores como Keats o Eliot, los poemas de Wordsworth, uno de los más grandes representantes del romanticismo europeo, no son muy conocidos en España. De ahí que trabajos de selección y traducción como los llevados a cabo por José Manuel Mora Fandos sigan siendo necesarios.
Lo que encontramos en esta selección de poemas de Wordsworth es una representación breve, pero interesante, de lo que podemos encontrar en este poeta: la naturaleza como refugio y ejemplo moral frente al ajetreo y sordidez de la vida en la ciudad moderna; la infancia como espacio sagrado y único momento de verdadera inocencia (y de verdadera libertad), la búsqueda de una “piedad natural” que se cree posible hallar en la frecuentación de la naturaleza y en el recuerdo de la infancia, un ansia de libertad que el mundo parece impedir a cada paso y un optimismo cargado de vitalidad. En suma, las claves del movimiento romántico europeo e inglés.
Así, leemos por ejemplo: “ni las malas lenguas / ni los juicios bruscos, ni trampas de hombres ruines / ni atenciones fingidas y torcidas, ni todo / el monótono trasiego de los días / podrán prevalecer jamás contra nosotros , ni alterar / nuestra alegre confianza en que el mundo que vemos / abunda en benciones…”
En estos poemas Wordsworth adelanta muchas de las posiciones naturalista, incluso panteistas, que años después encontrarán su epígono norteamericano en un autor como Withman. Como en éste, Wordsworth cree ver en todo cuanto vive aquello que Bergson denominó “Elan Vital”, es decir, un impulso a la existencia que es la razón última del Ser. En sus palabras: “un movimiento y espíritu que impele / a toda realidad pensante, a todo objeto del pensar / y cruza el corazón de todo”.
Respecto a la traducción, como explica el traductor en el breve, pero claro y pertinente prólogo que acompaña a los poemas, este libro aspira a “presentar poemas en castellano. Wordsworth”, añade, “dio una importancia cardinal a un ritmo y una métrica homogéneos y reconocibles dentro de la tradición poética inglesa. En este ámbito no quiso desbordar el cauce, sino adoptar a grandes rasgos lo que recibió, y operar allí el cometido renovador estético que se había autoimpuesto”. Para la traducción, e intentando conservar ese propósito, el traductor opta, en las Lyrical Ballads (la más rítimica de sus producciones) por metros del arte menor con los que intenta conservar la cadencia, aun a riesgo de o ajustar a veces por completo al sentido. Para el resto ha recurrido a la silva libre impar como criterio métrico.
El resultado es, a nuestro modo de ver, bastante notable. Sobre todo en la traducción de esas Lyrical Ballads cuyo ritmo, si uno lee la versión original que acompaña a la traducción, forma un todo con el sentido, dotando a las palabras de un musicalidad difícilmente asimilable por nuestro idioma.
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