Lo que me está pasando de Miguel Brieva

Analizamos esta novela gráfica del joven autor sevillano

Reservoir Books ha editado “Lo que (me) está pasando”, de Miguel Brieva, una novela gráfica que lleva por esclarecedor subtítulo: “diarios de un joven emperdedor”. Y es que el protagonista de esta obra es un joven en paro, miembro paradigmático de esa nueva clase social que es el precariado.

lo que me está pasandoEl protagonista, deprimido a causa de su situación, acude a una psicóloga la cual le propone, como terapia, escribir un diario. Esos diarios son los que componen esta obra y es a través de ellos que vemos al protagonista pasar de empleo de mierda en empleo de mierda, ahondar en su depresión y comenzar a confundir la realidad con su universo de fantasía.

“Lo que (me) está pasando” da otra pista en su título con este “me” que queda como entre paréntesis: y es que la tesis de Brieva parece ser que o bien lo individual no existe o bien está tan entramado con lo colectivo que es imposible diferenciarlo. En cualquier caso, hasta las fantasías de uno son inútiles si no se ponen al servicio de la comunidad. O puede que, incluso, tales fantasías sólo sean un fenómeno colectivo más, como sostenían Jung. O por decirlo con Zappa: la realidad parece sólo una alucinación colectiva.

Sea como sea, estamos ante un libro tan urgente como lo son algunas canciones; un libro que responde a eso que se ha dado en llamar la aceleración del tiempo histórico, es decir, a que en un periodo muy corto de tiempo el mundo está cambiando mucho. Este libro, en ese escenario, trata de ser una respuesta o, más bien, un grito. Porque una de las características de este nuevo tiempo es que la guerra de clases, la batalla del precariado, se lucha contra un enemigo invisible, aunque se llamen la troika, aunque se llamen los mercados, aunque se llame la CEOE.

Lo que (me) está pasando es, en este sentido, el reflejo de muchas vidas actuales que naufragan en un mundo cuyas referencias y lenguaje han cambiado tan rápidamente que han provocado una crisis de las identidades asumidas anteriormente.

El humor, clave en nuestra vida diaria, tiene un importante papel también en esta obra como válvula de escape, como único agarradero frente a la dura situación del día a día. En el caso de este libro, el humor se presenta, como ya hemos visto en el subtítulo, a través de juegos de palabras, fundamentalmente: a veces más afortunados y otras no tanto.

De hecho, el único pero que se le puede poner a esta obra en cuanto que obra urgente es que, al igual que otras muchas similares en otras épocas (pensemos en la mayor parte de la poesía social) haya dado tanta importancia al fondo que se haya olvidado un poco de la forma, en lo que al lenguaje se refiere. Así, en capítulos como “Viernes 13”, en la introduccíón, la prosa cojea un poco.

Respecto al color y al dibujo, la obra está creada en tonos tierra con ligeras variaciones para destacar objetos en las que se emplean tonos cercanos como diversas gradaciones de un naranja mate. El dibujo es bastante preciso, sobre todo destaca la creación de los personajes y, en especial, los planos cortos y los perfiles sombreados, con los que logra transmitir una sutil, pero importante información tanto sobre los protagonistas como sobre su entorno. El uso variado de planos con perspectivas, casi siempre, muy cinematográficas (picados y contrapicados para señalar las cambiantes relaciones de poder, planos generales especialmente bien hechos cuando transmiten la devastación del barrio y los ya apuntados planos cortos) otorgan al libro un dinamismo muy favorecedor para la narración.

En resumen, una obra valiente, urgente y necesaria que se suma a muchas que ya han aparecido en esta linea y que seguirán apareciendo pues la crisis actual ha significado, para muchas personas, lo mismo que para generaciones anteriores pudo significar la Guerra o los largos periodos de hambre un trauma personal y social.

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