Hablamos con el crítico catalán sobre su libro “De un lector que cuenta. Impresiones sobre la narrativa extranjera contemporánea”.
Mundo Critico: una de las citas con que abre el libro, dice: “los grandes libros, como los grandes amigos, han de compartirse”. Es, de algún modo, el leitmotiv del libro, ¿no? Compartir los grandes libros que ha leído.
Robert Saladrigas: en efecto; hago absolutamente mío el criterio expresado por Richard Ford: en este caso trato de compartir algunos de los grandes libros que he leído a lo largo de mi vida.
M.C: En la introducción, señala, acerca de “El canon occidental” de Bloom, que le parece “lo más cuestionable, frívolo y extravagante de su aportación bibliográfica”. ¿Por qué?
Robert Saladrigas: Porque de que Bloom se permite la frivolidad de establecer distinciones y jerarquías sobre autores y obras que probablemente no conoce y, en cualquier caso, no lo ha hecho en su lengua original. Pienso en Góngora o en Fray Luís de León, pero también en Jorge Guillén ,Salvador Espriu, J.V. Foix, Juan Perucho o Pere Gimferrer (su obra en catalán). En mi opinión el Canon occidental de Bloom, fundamentado en la prepotencia del inglés, manifiesta un inquietante déficit de rigor intelectual, lo que hace de él un libro prescindible.
M.C: Habla también en esa introducción, de la separación entre la crítica académica y la periodística, pero en realidad, ninguna parece gozar hoy de gran salud. ¿Cuáles son, según su opinión, los males que aquejan a una y a otra? Y más importante: ¿Es problema de la especialidad en sí o el mundo en el que vivimos no deja un espacio de importancia para la crítica literaria, sea del tipo que sea?
Robert Saladrigas: Me parecen demasiadas cuestiones fundidas en una sola pregunta. Una cosa es referirse a lo obvio que distingue la crítica llamada académica de la periodística y otra muy distinta entrar en el complejo territorio de sus respectivos “males”. Lo siento; no me siento capaz de acometer un análisis condensado. Por otra parte, creo que ante la desmesurada oferta editorial que incluso en estos tiempos inunda librerías y redes, el lector necesita confiar en alguien que coincida más o menos con sus gustos estéticos y honestamente pueda orientar sus lecturas. En el mundo confuso que vivimos es importante la tarea de la crítica ejercida desde posiciones éticas y estéticas claras.
M.C: Supongo que sabe que una de las críticas que se hace a las reseñas periodísticas actuales es que son demasiado favorables a ciertos autores y ciertos editoriales, sobre todo, cuando se trata de editoriales de la casa. En suma, que no se hace crítica negativa (Y aquí cabría preguntarse también: Pero, ¿debe hacerse la reseña de un libro que no nos ha gustado?)
Robert Saladrigas: Entiendo que esa pregunta viene inspirada por la circunstancia no habitual de una determinada cabecera periodística. Por tanto debo decir que, en primer lugar, el diario en el que escribo desde varias décadas no tiene en su grupo ninguna empresa editorial. Me refiero a La Vanguardia, de Barcelona. De manera que personalmente nunca he recibido presiones internas para favorecer a determinados autores o editoriales. Y en segundo lugar, mi criterio es que debe hablarse desde el máximo respeto y ecuanimidad de aquellos libros de buenos autores que por las razones que sean, incluso muy subjetivas, uno cree que no resulta acertado. En los últimos meses he expuesto serias (y justificadas) objeciones o reservas sobre las obras recientes, para mí discutibles, de J.M. Coetzee (autor al que admiro desde que leí por primera vez Foe), Richard Ford o Martin Amis. Es un ejercicio estricto de responsabilidad ante los lectores que llevan años confiando en la opinión sincera, aunque por supuesto sujeta a error, del crítico.
Personalmente nunca he recibido presiones internas para favorecer a determinados autores o editoriales
M.C: He de confesarle que he tratado de dar con el hilo conductor, con el orden de las reseñas, pero se me ha escapado. En la parte uno tenemos autores fundamentalmente centroeuropeos, pero también a Canetti, por ejemplo; en la segunda muchos norteamericanos, pero también a Pavese o Calvino… ¿Cuál ha sido el criterio de ordenación del libro?
Robert Saladrigas: Creo que en la introducción aclaro que en los ochenta y nueve textos de sesenta narradores que constituyen la espina dorsal del libro no hay un propósito firme de “ordenación” cronológica o estética. Obligado a elegir entre centenares de textos escritos a lo largo de más de treinta años, opté por “·una guía de lectura” que transitara “por uno de los caminos reales de la gran ficción contemporánea”. Quizás el punto de inflexión del libro sea el artículo titulado La nueva ficción multidisciplinar (pag. 133) que ocupa en solitario la Parte Tercera y aspira a trazar una difusa línea divisoria entre un “antes” y un “después” Por supuesto que hay otras rutas y otros autores, una larga lista de ausencias obligadas, entre ellos narradores tan incondicionalmente admirados por mí como Céline, Camus, Virginia Woolf, Kafka, Carlo Emilio Gadda, Thomas Pynchon, Pratolini…, pero había que elegir y lo hice dejándome llevar por el instinto, procurando combinar el historicismo con las apuestas de futuro y dando relevancia a los creadores de cuentos aunque me“olvidara” de Chéjov, Katherine Ann Porter, Grace Paley, Isaac Bashevis Singer, Eudora Welty, Mavis Gallant…En fin…
M.C: Sobre esa parte uno, un comentario (una curiosidad) que no puedo evitar. Admirando a Lebert o Bernhard, he echado de menos a Koeppen entre los elegidos.
Robert Saladrigas: Yo también lo echo de menos. ¿Por qué no? Y a Stefan Zweig, Heimito von Doderer, Heintrich Böll, Peter Weiss, Peter Handke, Marlen Haushofer, Bruno Schulz, Ivo Andric, Andrzej Stasiuk, Ivan Klima…Con franqueza creo que sin gran esfuerzo podría recopilar material para llenar un segundo y tal vez un tercer volumen con autores que nos llevarían estupendos paisajes de la narrativa centroeuropea contemporánea. En ningún momento cometí la insensatez de pensar que las casi trescientas páginas De un lector que cuenta contenían más que un escrupuloso testimonio de mi devoción por la buena literatura.
M.C: De otros autores que sí incluye como Broch, Musil, Walser,… apunta ya la escasa resonancia en el gran público. La sensación, años después, es que la mayoría de estos autores siguen siendo desconocidos para buena parte de los lectores. ¿Dónde cree que falla el proceso para que autores como Broch o Walser (Musil quizás menos) acaben siendo tan minoritarios?
Robert Saladrigas: Son autores a los que la propia grandeza y ambición de sus creaciones hace difícil que puedan ser asimiladas por una mayoría de lectores. Conviene recordar que en mayor o menor grado autores como Proust, Valéry, Faulkner, Gadda, Manganelli, Henry Roth, Stein, Bernhardt, Julien Gracq, Pascal Quignard, Clarice Lispector o Julio Cortázar nunca fueron, son ni serán mayoritarios. Exigen de sus lectores un caudal de sensibilidad y una disposición a completar el proceso creador que lógicamente no está al alcance de cualquiera. ¿Acaso las películas de Bergman o Dreyer son tan asimilables y populares como los westerns de John Ford?
No creo que a estas alturas la literatura latinoamericana determine para bien o para mal en la española
M.C: De algunos de los autores que aparecen en la obras ha pensado después que, tal vez, movido por la emoción del instante, se había pasado de laudatorio. Pienso por ejemplo en Saramago y en “Ensayo sobre la lucidez”, aquí recogido. Visto con perspectiva, y dada su duda inicial con aquel libro, ¿cómo lo ve ahora?
Robert Saladrigas: Motivado por la cuestión que me plantea, he releído lo que escribí en mayo de 2004, hace ya diez años, y me temo que corroboro cada una de las palabras con las que entonces resumí mis impresiones y recelos acerca del libro de Saramago. Entiendo que el conjunto de su obra, con sus fuertes implicaciones morales, no acusa las erosiones del tiempo. Por regla general no me dejo llevar por las emociones que me provocan la lectura. Mis textos nunca son rotundamente laudatorios, entre otros motivos porque hago lo indecible para relativizar mis opiniones: creo, pienso, considero, estimo, entiendo…etc. etc. En pocas, contadas ocasiones – mis lectores asidos lo saben – me “desmeleno” o corro el riesgo de perder el control de mi mente y de mi sensibilidad por un “subidón” pasional. No hay obra maestra que sea perfecta. A partir de esa certeza, no me arrepiento de nada de lo que está escrito y fechado en el libro, incluso acerca de los autores jóvenes por los que he decidido apostar: los Denis Johnson, Adam Haslett, Jonathan Franzen (tan absurdamente controvertido), Karl Ove Knausgard, Alexis Jenni. Permítame una confesión final: echo de menos el testimonio del compromiso literario y moral de Saramago con el hombre vejado de hoy. ¿Quién asume su conciencia en carne viva?
M.C: Otro de sus libros recientes ha sido “Voces del boom”. ¿Ve influencia de todo aquel movimiento en la narrativa española actual? Y en caso afirmativo, ¿qué autores o corrientes han influido más? A veces tenemos la sensación de que nombres como los de Carpentier, Onetti, Rulfo y algún otro han perdido influencia, respecto a otros como Vargas Llosa o Cortázar.
Robert Saladrigas: No creo que a estas alturas la literatura latinoamericana determine para bien o para mal en la española. Más aún, me parece evidente que, exceptuando a un autor mediático como Vargas Llosa a partir del Nobel, cuesta leer a quienes escriben en castellano desde el continente americano. El llamado boom tuvo efectos sin duda espectaculares, positivos de finales de los sesenta a los ochenta, pero temo que con el tiempo aquel estruendo deslumbrante y ensordecedor ha resultado contraproducente. Era previsible, aunque injusto
M.C: Una última pregunta: Si este libro hubiera sido de narrativa española contemporánea (en cualquiera de las lenguas peninsulares), ¿qué cuatro o cinco autores está seguro de que no hubieran faltado en el libro?
Robert Saladrigas: Luís Martín Santos,. Celso Emilio Ferreiro, Joan Sales, Manuel Longares, Salvador Espriu, Rafael Dieste, y José Avello.
“De un lector que cuenta. Impresiones sobre la narrativa extranjera contemporánea”. Robert Saladrigas. (Menoscuarto, 2014). 22€
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