Los papeles de Puttermesser de Cynthia Ozick

Analizamos esta obra editada por Mardulce

Dice la contraportada de esta obra que David Foster Wallace y Alice Munro, entre otros, han considerado a Cynthia Ozick, autora de los papeles de Puttermesser, como la mejor escritora norteamericana contemporánea. Son, desde luego, buenas cartas de presentación.

La autora, por otro lado, está abundantemente traducida al castellano; a destacar: “cuerpos extraños”, “el xal”, o “últimos testigos”. Por su literatura de temática y trasfondo judio-americano, se la suele relacionar con escritores como Roth, pero a mi modo de ver, a quien más se parece Ozick es a Bellow: hay en ella esa aparente frialdad, ese desarrollo a veces casi ensayístico de los temas del autor de Herzog.

En “los papeles de Puttermesser”, Ozick nos acerca, a través de cinco relatos que narran otros tantos momentos de la vida de Puttermesser (judía, soletera, funcionaria y extremadamente culta neoyorkina): su ascenso por la escala funcionarial del ayuntamiento; su intento de mejora de la ciudad mediante la construcción de un golem que la permite acceder al cargo de alcaldesa (para crear una Nueva York a la altura de Walt Whitman); su último intento de llevar a cabo una vida en pareja; sus relaciones con la lejana familia rusa de la que desciende y que vuelve a aparecer en su vida personificada en una ambiciosa prima moscovita y, por último, su muerte y su vida en el más allá, en el paraíso.

Cervantina por su estructura de historias dentro de la historia y por su humor lúcido y siempre pesimista (la lección aquí, si la hay, es que nuestra naturaleza nos conduce, invariablemente, a la desilusión), esta obra aparentemente sencilla, por su lenguaje y por su contenido, esconde, sin embargo un cruel relato de la vida solitaria que llevan a cabo muchas personas en las grandes ciudades.

Puttermaser culta, lúcida, independiente y capaz, va quemando las etapas de su vida sin que al final, en las manos, le queden mucho más que cenizas. Desconsuelo para el que ni siquiera le resulta consuelo una metafísica que, a la larga, se acaba demostrando insuficiente e igualmente destinada al fracaso. desbordante de ironía hacia su personaje y hacia el mundo, Ozick nos permite pasear por una serie de vidas posibles desarrolladas a veces brevemente a veces hasta sus últimas posibilidades.

Libro ameno, profundo y diferente de una de las autoras más capaces de la literatura norteamericana contemporánea. Figura, ya, en nuestra selección de lo mejor del año 2014.

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